lunes, 27 de febrero de 2012

Entrando en pista

Una semana sí y otra no. Esta es la fórmula de entrenamiento que llevamos Oriol, mi guía, y yo. Cada quince días baja desde Barcelona a Talavera con la intención de sacarme el máximo rendimiento en los cuatro días que pasa en mi casa. Esta semana el viaje no ha sido todo lo fructífero que esperábamos, pues me ha venido a visitar la gripe y no puedo hacer más que intentar recuperarme.

Ahora subiré yo a Barcelona y tendremos quince días de entrenamiento intensivo, con el permiso pertinente del maldito virus. Las cosas son así, no sólo has de contar con entrenar y cuidarte al máximo, sino que además hay que tener algo de suerte para evitar caer enfermo o lo que es peor, lesionado. Es la dureza de este deporte y forma parte de las variables que debes manejar.

Hace quince días que tocamos la pista por primera vez. Teníamos que hacer 3x1200 m. e ir quitando dos segundos en cada vuelta. Fue un entrenamiento bastante exigente y una buena forma de entrar en contacto con el tartám. Hacía algo de viento, pero el día estaba soleado. Los días anteriores le habíamos dado zapatilla por el camino del canal que rodea Talavera hasta la presa de Cazalegas. Se trata de una carreterilla de asfalto por dónde, en teoría, no pueden pasar los coches. El trayecto es ideal para hacer kilómetros, casi en línea recta, con la ribera del canal siempre a uno de los lados y durante todo el recorrido los arboles que nos acompañan protegiéndonos, en verano, del sol y, en invierno, del viento que nos pueda venir de costado, porque cuando sopla, el canal hace una especie de pasillo y si toca de cara es imposible ir a ritmo.

Por el asfalto y en línea recta voy como los ángeles, disfruto mucho y ampliamos zancada sin problemas, hasta el punto de que en más de una ocasión tenemos que frenarnos porque nos pasamos de ritmo. Pero amigos, la primera vez que volví a tocar pista... ¡madre mía!, me faltó pedir un flotador, qué manera de hundirme. “¡Por el amor de Dios, Oriol que me muero!”, le decía mientras el tiraba de mí y me animaba a seguir dándolo todo. Aún así, con un sufrimiento agónico, que es el que cuenta y es el que has de entrenar, nos salió un buen entreno.

Ahora toca recuperarse de esta gripe y afinar en las pistas de Manresa.