miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mi máquina y yo

Desde que me tomé mis merecidas vacaciones allá por el mes de julio, no he vuelto a correr en el exterior debido a una lesión de mi amigo Fernando.

Agosto ha sido un mes muy intenso debido a unos cursos intensivos que me llevaron a seguir un ritmo de vida algo estresante, con muy pocas horas para el sueño reparador que se ha de tener para rendir. No obstante, los resultados han sido de lo más gratificantes. Aunque me pasaba casi todo el día estudiando, conseguía sacar dos o tres horas para entrenar en un gimnasio de Toledo. Poco a poco me fui cargando las cintas de correr hasta que me quedé con la elíptica, menos mal que sólo era para un mes y fui planteando los entrenos como pude.

Ahora ya estoy en mi casa, con mi súper cinta de correr y mi buenísima elíptica, ¡esto ya es otra cosa! La cinta que tengo coge una velocidad de 24 km/h y ahí sí se pueden hacer buenas series, cuestas, tiradas a ritmo medio y prácticamente lo que quieras.

Llevo una semana y media de entrenamiento en condiciones y parece que estoy bastante fuerte, en gran medida gracias a los ejercicios de fuerza que hice los meses anteriores. No es lo mismo correr en cinta que en el exterior pues la pisada, al fin y al cabo, se acompaña por el deslizamiento de la banda que es impulsada por un motor. Sin embargo, tiene otro tipo de beneficios, como por ejemplo, el entrenamiento mental. Es muy duro correr sin sentir el aire del exterior dándote en la cara, tu paisaje no varía, normalmente es una pared delante de ti, algo con lo que yo juego con ventaja, pues al ser ciego me imagino infinidad de recorridos en mis tiradas o, si se trata de series, tengo medida en mi cabeza la pista de atletismo y dependiendo del ritmo al que ponga la máquina sé exactamente por dónde iría en la pista y cuanto me queda para llegar.

Las sesiones de cinta suelen ser de entre una hora y hora y veinte. Ahora, como me pasé al medio fondo, no es necesario más. Acompaño mis sesiones con todo tipo de música que me preparo a conciencia pues si no, no hay quien aguante en la máquina. Es muy importante hidratarse, aún más cuando realizas sesiones de cinta o de elíptica pues se pierden muchas más sales minerales y el desgaste es mayor. Yo lo noto rápido en la piel, especialmente en la cara que al traspirar más y al ser sudor salado, se me irrita muchísimo la piel hasta crear heridas.

Otro hándicap es que siempre he de ir con un lado del cuerpo bloqueado pues no me puedo soltar, de tal manera que lo que hago es cambiar constantemente de agarre derecha-izquierda, izquierda-derecha y así compenso la biomecánica lo mejor que puedo. Los botones también hay que manejarlos para cambiar el ritmo y además uso dos cronómetros. Suelo empezar rodando a cuatro el kilómetro y luego lo que pone en la papela: si toca ritmo medio, pues a cambiar a tres veinte, tres treinta o lo que ponga. Si son series, pues se hacen progresiones y a por ellas. En fin, que todo es adaptarse. Nunca sabrás del todo como estás hasta que corras en el exterior o te metas en una pista, pero sí te vale para no perder la forma o para empezar a cogerla.

Estos son mis días de entrenamiento hasta que pueda seguir con mi guía. Tengo ganas de competir ya alguna carrera popular y de volver a los caminos y a la fantástica pista de Toledo. Ganas de respirar el otoño que nos llega, ¡me encanta! Esta estación y la primavera son ideales para correr, para disfrutar del campo y de sus transformaciones, para oxigenarte e ir tomando conciencia del nuevo año que se avecina. Un año tremendamente ilusionante: año Olímpico, el sueño de mi vida (no puedo evitar que se me ponga una sonrisa en la cara al pensar en esto). Un año duro en el que hay que hacer buenas marcas y dar ese paso que me falta para conseguir estar ahí luchando por las medallas. Lo voy a dar todo y pienso disfrutar de cada día hasta el día de la final.

Ruego a quien me conozca que si observa que en este periodo de tiempo que me falta no estoy ilusionado y con ganas, me recuerde que es lo que me mueve para conseguir mi sueño: disfrutar, disfrutar y disfrutar de este regalo que me ha dado Dios.

Queda un año maravilloso y hay que aprovecharlo al máximo.